El primer año en el cargo como directora del Palacio para Fina Riera (Sant Mateu, 1973) ha estado lleno de reuniones telemáticas, en un impás para el sector de los eventos, tanto empresariales como culturales. Un año difícil en el que, por fuerza mayor, se ha trabajado mucho la vuelta a la normalidad. Uno de estos hitos para relanzar la actividad será la Ibiza MICE Summit, el próximo 19 de octubre, un foro del sector que pretende dar un fuerte impulso a Ibiza como destino MICE, organizado por el Palacio de Congresos e Ibiza Convention Bureau (ICB).
—Ibiza siempre había ido a convenciones para promocionarse como destino de negocios, ¿la isla ha crecido suficiente como para convertirse en organizadora de estos eventos?
—Este será un punto de inflexión para el sector en la Isla. A lo largo del último año la gerente de ICB, Ana Sánchez, y yo tuvimos muchas conversaciones sobre este tema. Es habitual hacer acciones comerciales en el resto de España y el extranjero para poder tener reuniones cara a cara con las agencias y mostrar nuestras infraestructuras y nuestra oferta. Es algo muy importante, pero queremos traer a organizadores de eventos aquí, que vean el destino in situ, lo sientan y tengan esa experiencia positiva para que, a la hora de ofrecer destinos, tengan Ibiza en su portafolio. Si ellos no nos conocen bien, Ibiza se pasa por alto. Somos un destino de ocio muy potente, tenemos renombre internacional como destino turístico, pero en este sector todavía no tienen tan claro lo que podemos ofrecer. Esta es una de las cosas que queremos incentivar. Además para nosotras era muy importante, después de un año tan duro para el sector de eventos, con una paralización total desde semanas antes del confinamiento en España, dar este impulso para poner en valor lo que se está haciendo aquí y salir con este evento sea como sea, aunque nos dejemos la piel. Y la idea es que sea un proyecto que crezca y que los objetivos que tenemos detrás crezcan con nosotros y los podamos ir cumpliendo.
—¿Cuáles son esos objetivos?
—Para nosotros uno de los primeros es el posicionamiento del destino Ibiza. Estamos enseñando Ibiza, poniendo encima de la mesa a nivel nacional e internacional lo que se hace aquí. En segundo lugar la parte de comunicación interna, en la Isla. Directa o indirectamente casi todo el mundo en Ibiza vive del turismo y el sector de negocios está ahí y quizás no se ve tanto, pero tiene un impacto transversal muy importante. El personal de empresa que viene a estos eventos viene por un tema laboral, conoce el destino, hace unas determinadas actividades, le gusta y después se puede plantear venir con la familia o con los amigos. Se convierte en un prescriptor del destino. Todo esto muchas veces no se da a conocer, no se explica y la ciudadanía no entiende porque invertir en un Recinto Ferial en condiciones o un Palacio de Congresos de ciertas dimensiones. Todas estas infraestructuras hay que verlas como un desarrollo del sector que mejora Ibiza competitivamente. El tercero es darle un plus de formación al sector en la isla. Traer a personas destacadas en el sector a nivel internacional y formar tanto a profesionales como a jóvenes. Ya hemos hablado con las escuelas de turismo para explicar nuestras inquietudes para, a largo plazo, hacer talleres que complementen este foro e incluso crear sinergias con algún máster u otra especialización. El cuarto, que no deja de ser importante, es generar negocio. Se trata de algo que quizás no se vea a primera vista, vamos a traer agencias muy potentes a nivel internacional y ponerlas en contacto con empresas locales que quizás no vean un fruto inmediato, pero tal vez sí en seis meses o un año. Esa es la generación de negocio de la que hablo. La oferta local es la que cubre esta demanda internacional.
—¿Qué le falta a Ibiza para competir en el MICE?
—Le falta un proyecto que ya existe y esperamos que a corto plazo se ponga en marcha, que es la segunda fase del Palacio de Congresos. Le falta un auditorio de 600 o 1.000 plazas, que será lo que tengamos con esta segunda fase. En cualquier congreso grande estamos fuera de la posibilidad de venta, no tenemos la oportunidad de ofrecernos porque no se nos tiene en cuenta. El Palacio de Congresos, tal y como está ahora, tiene una capacidad importante, tenemos un auditorio grande más 15 salas. Eso da mucho juego pero estamos fuera de los grandes eventos. Una de las cosas que se está intentando con el impulso de las instituciones es cubrir esta carencia.
—Esta segunda fase se ha presentado por parte de las instituciones para financiarla a través de los fondos Next Generation EU, ¿qué les transmiten desde las instituciones? ¿Saldrá adelante?
—Se trata del impulso que necesitamos y desde el sector se ha solicitado a las instituciones que se vuelquen para que se haga realidad. Lo que sé es que se está poniendo todo el empeño para que vaya hacia delante. Si los fondos Next Generation llegarán, no lo sé, ojalá que sí. Realmente el proyecto es muy ambicioso, es necesario y tiene unos parámetros de eficiencia energética y sostenibilidad muy elevados.
—¿Qué características destacan de esta segunda fase?
—Además de este auditorio para 600 o 1.000 personas, supone también disponer de una sala diáfana y polivalente de unos 2.000 metros cuadrados. Es un espacio que, gracias a su versatilidad, podría acoger una cena de gala de 1.000 personas o se podría dividir el espacio en 10 salas en las que ubicar a un centenar de personas. Esto, complementado con el actual auditorio y las 15 salas de las que disponemos, te da un abanico de posibilidades que ahora mismo no tenemos. Es un proyecto muy bonito y tengo muchas ganas de verlo hecho realidad. Creemos que es una apuesta muy fuerte y necesaria. A veces es difícil transmitir esta necesidad, dar a entender y comunicar por qué es necesaria esta infraestructura. Por qué hay que apostar por determinadas inversiones como esta, que no se deben considerar un proyecto exclusivamente del municipio, sino verlas como una inversión de isla, de destino, de competitividad. Convertirlo en una oportunidad de negocio para todos.
—¿En qué aspectos repercutiría en otros negocios?
—La transversalidad del sector es muy grande. Un evento necesita desde una agencia de viajes a un catering, una empresa de escenografía, una empresa de decoración, una empresa de actividades de ocio, hoteles, restaurantes… y luego la repercusión económica de esas empresas que necesitan material y personal, por lo que a su vez generan negocio en otras empresas locales. El sector es como una araña que teje una telaraña muy amplia que impulsa todas estas sinergias.
—¿Qué previsión hay en el sector ahora que retoma el pulso?
—Siempre desde la prudencia que implica la situación actual, hay muy buenas perspectivas para el año que viene. Se están retomando acciones comerciales para incentivar la puesta en marcha de eventos. Ibiza Convention Bureau y el propio Palacio de Congresos estamos retomando contactos comerciales y la perspectiva es buena. Hay muchas ganas. Debo decir que la pandemia ha puesto en valor destinos nacionales y europeos de MICE más cercanos e incluso con menos capacidad pero suficiente para los eventos que se llevan a cabo ahora. Eso nos ha situado a pie del cañón. Esa es al menos mi percepción.
—¿Cree que de la Ibiza Mice Summit saldrán eventos para el año que viene?
—Ese es uno de los objetivos claros, pero hay que tener en cuenta que esta clase de negocio requiere un trabajo y una organización en un plazo mucho más grande que las vacaciones de un turista. Hablamos de una organización y producción a largo plazo que hace que las previsiones sean de un año para otro. Ahora estamos buscando para dentro de un año o dentro de año y medio. Ya nos están entrando solicitudes para 2022.
—Y en la faceta del Palacio de Congresos como espacio cultural, ¿cómo se presenta el año que viene?
—El Ayuntamiento de Santa Eulària es el principal promotor de la acción cultural. También el Consell d’Eivissa e incluso a nivel privado. Tenemos agendada un gran número de actividades culturales y debo decir que es una pata muy importante para dinamizar el municipio y la isla en la que trabajamos mucho.
—¿Cómo se compagina esa faceta de espacio público cultural con la comercialización del espacio para eventos privados?
—Hay que ir con cuidado. Tienes que hacer un encaje de la agenda cultural con esa agenda privada de negocio. Si la agenda cultural está cerrada a muy largo plazo y llega una solicitud de una empresa intentamos ver si se pueden mover fechas, pero desde luego intentamos no solapar. Nuestro trabajo es que se pueda aprovechar la infraestructura al máximo y que los tiempos estén muy ajustados para compaginar el montaje de una cosa y de otra. Esa es a veces la tarea más compleja, calcular lo que se tardará en montar y desmontar un evento para acoger otro. El edificio hay que vestirlo y desvestirlo y eso lleva un trabajo detrás, de logística y producción que es importante.